No voy a negar que me convierto en un ser completamente inestable cuando te escucho, no lo niego, me quedo largos minutos sentado, recordándote una y otra vez y deseando correr a ti, olerte, saborearte y gozarte sin temor a saciarme. Estoy quieto, agazapado, esperando la oportunidad de jalar de la caña y tenerte entre mis manos.
Ya vendrás...
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